sábado, 18 de febrero de 2012

Declaratoria CUERPOS, LUCHAS Y ESPERANZAS DE LAS MUJER

Nosotras aquí en esta tierra del Aguán, en el asentamiento de La Confianza, mujeres de la libertad, de esperanza, de la tierra, de fuerza y de lucha nos convocamos a este taller porque entendemos que es importante que nos miremos y platiquemos para organizarnos, sentir y tener más fuerza, conocer y aprender nuestras luchas, entender y luchar contra el patriarcado, plantearnos la lucha desde todas, sentirnos apreciadas, perder el miedo y defendernos. Trabajamos para hacer crecer la confianza entre nosotras, identificar problemas comunes y nos juntamos sobre todo porque nos da felicidad la fuerza y el conocimiento común y nos gusta estar acompañadas. Unidas venceremos a todo lo que nos hace daño, nos provoca dolor y nos quita la vida y el placer de vivirla.

Hemos llegado a este taller y a este encuentro sólo pocas de nosotras, porque algunas no vamos a vernos aquí en este salón porque vamos a estar cocinado y no opinando. Algunas no vienen porque no tienen el dinero y no todas las organizaciones las apoyan, otras tienen maridos que les impiden reunirse con otras mujeres aunque sean sus propios compañeros de lucha, les dicen que sólo van a las reuniones a hablar papadas y que cuando regresen les van a volar la cabeza. A nosotras eso no nos da risa, nos da rabia y miedo. Pero sabemos que todas las luchas son difíciles y tenemos el valor para seguirlas haciendo. Cada día más y más mujeres estaremos en estos espacios, no como cocineras solamente sino como pensadoras, organizadoras, artistas, y todas políticas.

Soñamos y con nuestros sueños hemos pensado en una comunidad ideal que tenga casas dignas, educación buena, energía, alegría, autonomía, sin poder de unos pocos, con libertad, sin represión ni ultraje, con respeto a la tierra. Como mujeres luchamos por tener formación permanente, trabajo asalariado, planificación familiar que nos permita tener solo los hijos que querramos tener. Luchamos para no ser pisoteadas por nada ni por nadie, para decidir sobre nuestros cuerpos, no tener que pedir permiso para nuestro quehacer y pensar, por el derecho al placer, el gozo y la decisión sobre nuestra libertad. Todos estos sueños no son sólo para nosotras las mujeres sino para todo el pueblo.

Las que somos del Aguán y de organizaciones campesinas peleamos junto a nuestros compañeros varones por la tierra, y enfrentamos con ellos la represión, la violencia de policías, militares y guardias de seguridad. Nos toca enterrar compañeros, hermanos, padres y hasta nuestros propios hijos, llorarlos y seguir adelante. El miedo que nos da la represión nos provoca pesadillas, mal dormir, enfermedades, dolores de cabeza, nervios para hablar, para caminar, para vivir todos los días. Pero nos acompañamos con otras mujeres para enfrentar esta situación, nos ponemos de acuerdo para hacer turnos y cuidarnos, para dormir, comer y platicar a ver cómo le vamos a hacer para salir adelante. Y salimos adelante. En esta lucha estamos todos y todas juntos.

Las mujeres campesinas no tenemos el mismo acceso a la tierra que los hombres campesinos, ni a todos los recursos ni a las decisiones sobre el dinero de nuestro trabajo. Tenemos compañeros que nos apoyan para que haya más equidad en las organizaciones, aunque eso vaya poco a poco. Pero donde no tenemos apoyo todas las mujeres y no sólo las campesinas sino todas las mujeres del país es que nosotras hacemos todo el trabajo doméstico y de cuidado familiar, y ahí los hombres no han tomado responsabilidades, por eso estamos muy cansadas, porque hacemos dobles o triples trabajos, como si la casa y las familias no fueran tanto del hombre como de la mujer.

Muchas veces vivimos situaciones de violencia de nuestros compañeros de hogar, desde los insultos hasta la muerte, y a veces no sabemos como denunciar porque no queremos que piensen que estamos contra nuestros propios compañeros, pero no podemos soportar tampoco la violencia por los terratenientes, por los guardias, policías, soldados y encima de eso por los que luchan con nosotras y son a veces nuestros maridos, novios, hermanos y padres. Hay muchos casos de hombres de las empresas que al tener algo de dinero dejan a sus mujeres e hijos y se van con otras que después también las dejan y así van abandonando sus responsabilidades. Si estamos contra la injusticia no podemos permitir ninguna injusticia.

Las mujeres aportamos esfuerzo, conocimiento, inteligencia y creatividad, el tiempo y cuido para las familias y las organizaciones. Sabemos que nos falta mucho por aprender porque a veces nosotras mismas nos ponemos el pie, o no hacemos unidad con las otras mujeres para hacernos más fuertes, pero estamos dispuestas a aprender, por eso en el taller de Cuerpos, luchas y esperanzas hicimos una red de color azul, una telaraña fuerte en la cual todas las que estuvimos ahí de todo el país y de afuera nos apoyemos con toda la fuerza y las posibilidades que tenemos y que podemos seguir inventando a pesar de los problemas que se presenten.

La Confianza, Colón, 16 de febrero 2012

Mujeres de asentamientos La Confianza, la Nueva confianza, La Lempira, la Guadalupe Carney, CDM, Orica, CNTC, SITRAINA, FNRP, CEMH, Popol Nathun, COPINH, Foro de mujeres por la vida, Red de Defensoras de Derechos Humanos, No estamos todas de Chiapas, Escribanas de Costa Rica, Pañuelos en Rebeldía.